Podría argumentarse que el descenso de octubre está lastrado por el impacto de la huelga general del 29-S, pero los datos indican algo más estructural, que va más allá. La convocatoria, desarrollo y gestión de la huelga general ha servido más que para desatascar una coyuntura o abrir nuevas vías a través de la presión y la negociación entre los actores sociales, para mostrar la impotencia de lo colectivo.

Se mantiene la ruptura de la lealtad a las marcas, o lo que es lo mismo, el precio sigue siendo un factor determinante en las decisiones de compra, en donde tienen ventaja las marcas de la distribución. En este sentido, octubre supone una leve reversión sobre la tendencia que venía dibujándose desde julio (gráfico siguiente).

Se ha superado el paroxismo sobre el control de los gastos en el hogar, pero se han definido modos de vida más austeros, con menos salidas, menos ocio en la calle o en locales, menos salidas turísticas, vacaciones más cortas, etc. Sin descender a la privación la vida de los españoles se ha hecho más austera, precavida, ahorrativa y hogareña.
Se desconfía de compras que supongan elevadas inversiones domésticas o compromisos a largo plazo, de ahí la renuencia de contratar hipotecas o préstamos, productos financieros de cierta complejidad, comprar coches, pisos, muebles o reformas en la casa. Pero a cambio, se liberan relativamente las presiones sobre los pequeños electrodomésticos, los ordenadores, pequeños complementos, productos de belleza y similares. La aversión al riesgo se mantiene como un rasgo estructural, cimentada por la desconfianza hacia el rumbo económico del país.
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Fuente: Índice Comportamiento del Consumidor, Millward Brown
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